domingo, 11 de mayo de 2025

PENSAMIENTO REFLEXIVO .LAS REVOLUCIONES BURGUESAS - GUÍA #6

 


                    


Derechos básicos de competencias: La Edad de las Revoluciones Burguesas

Tema 5: Las revoluciones burguesas en Europa y América

Guía formativa # 6 – PENSAMIENTO REFLEXIVO

LAS REVOLUCIONES BURGUESAS DE LOS SIGLOS XVII-XIX

AUTOR: Abraham Aparicio – science direct

 

La Revolución burguesa es un concepto historiográfico que se desarrolla entre los siglos XVIII y XIX. Hace referencia a un movimiento social con un importante componente burgués. Dicho movimiento, a su vez, propone cambios políticos y económicos de fondo. En otras palabras, una Revolución burguesa es aquella que tiene como protagonista a la burguesía o grupos de individuos que pueden identificarse como la clase acomodada de una sociedad. En otras palabras, los burgueses son aquellas personas que suelen poseer propiedades y cierto capital acumulado. Esto, a diferencia de la clase obrera o los estratos más bajos. Las revoluciones burguesas se llevaron a cabo desde finales del siglo XVIII, siendo el ejemplo más representativo la Revolución francesa de 1789 (se dieron posteriormente otras revoluciones en Francia a inicios de siglo XIX). Lo mismo sucedió en otros países europeos y en América con la independencia de las colonias.

 

Se considera que las revoluciones burguesas finalizaron con la Revolución de 1917, en Rusia, donde ganó protagonismo la clase obrera. Conviene aclarar, antes de terminar, que antes del siglo XVIII se dieron otros movimientos que pueden considerarse como revoluciones burguesas precoces, como la Guerra de los ochenta años (1568-1648). Esta determinó la independencia de los Países Bajos respecto a la corona española. Otro ejemplo es la revolución inglesa de 1646, que se saldó con la pérdida del poder absoluto por parte del monarca inglés, en 1668. Así, se marcó el inicio de la democracia parlamentaria británica que conocemos.

 

Características de la revolución burguesa

Entre las características de las revoluciones burguesas, podemos destacar:

·         Persiguen un cambio en las instituciones, de manera que se abandone el Antiguo Régimen. Este es un término usado para denominar a los sistemas de gobierno existentes antes de la Revolución Francesa de 1789, es decir, principalmente monarquías europeas. Frente a ellas, las revoluciones burguesas propusieron la limitación del poder del monarca o su salida definitiva. Es decir, la idea era que el rey no tuviera un poder absoluto.

·         Las revoluciones burguesas fueron impulsadas por crisis económicas y políticas, en las que la sociedad sufría abismales diferencias entre el pueblo y la nobleza, pudiendo terminar en un cambio real del sistema político.

·         Algunas revoluciones burguesas proponen el sufragio, pero limitado. Por ejemplo, solo el voto masculino y no universal, excluyendo a la mujer.

·         Se propone la división de los poderes del Estado, en contraposición al absolutismo que postula la concentración del poder en el rey.

·         Suelen proponer dos formas posibles de gobierno: Una república (eliminando la figura del rey) o una monarquía constitucional parlamentaria, donde existe un parlamento con las atribuciones de gobernar, perdiendo el monarca su poder absoluto.

·         Estos movimientos se apoyaron en las ideas de la ilustración, corriente intelectual que se basaba principalmente en la razón. Así, tomaron fuerza ideas que para entonces eran revolucionarias, como que no deberían existir personas que por mandato divino nazcan con el derecho de dirigir a una nación, o que todos los seres humanos deberíamos ser iguales ante la ley.

 

Las revoluciones burguesas de los siglos xvii a xix, son llamadas así porque fue la burguesía (clase social económicamente próspera integrada por comerciantes, artesanos y profesionistas liberales) la que definió el espíritu de dichos procesos revolucionarios, y son importantes en la historia económica porque con su triunfo se crearon las nuevas instituciones de la sociedad que resultaron propicias para el desarrollo del modo de producción capitalista en sustitución del orden social y modo de producción feudal.

En el caso concreto de Europa, los procesos revolucionarios de carácter burgués se inician en Inglaterra en 1642, y tuvieron un gran auge entre 18I5 y 1848 con los cuales se consolidó el poder económico y político de la burguesía en buena parte del continente durante el siglo xix. El espíritu de las revoluciones burguesas se extendió a las colonias inglesas en Norteamérica, Francia y América Latina, lugares donde se consolidó un nuevo orden social que resultó propicio para el ulterior desarrollo del capitalismo.

 

La revolución inglesa del siglo xvii (1642-1689) significó el triunfo de la propiedad burguesa sobre la propiedad feudal, de la competencia sobre la estructura artesanal, del derecho burgués sobre los privilegios medievales, y fue una herencia ideológica para otros movimientos revolucionarios de tipo burgués contrarios al moribundo Medievo y el absolutismo.2 Hay que precisar que la burguesía inglesa era una clase social muy heterogénea, cuya masa fundamental la integraban comerciantes de medio pelo, la capa superior de los maestros artesanos, y empresarios de tipo no gremial organizadores de manufacturas e iniciadores de empresas coloniales. También integraba la burguesía mercaderes adinerados que se habían enriquecido por la protección del comercio interno (mercantilismo) y que estaban estrechamente ligados con la Corona en calidad de rentistas y financistas. Finalmente, una parte de la aristocracia feudal también estaba ligada con la burguesía en calidad de acreedores y participantes de las privilegiadas compañías mercantiles. La burguesía y la nueva nobleza (nobles de categoría inferior y personas que habían comprado algún título de nobleza) compartían un interés en común: querían convertir todas sus crecientes posesiones de tierra en propiedad libre de tipo burgués, libre de todas las trabas feudales. A esta pretensión se oponía el régimen absolutista que imponía el sistema de control feudal sobre la propiedad de la tierra, y los derechos feudales (renta feudal) que recibía la Corona sobre sus tierras (que era de lo que vivía la vieja nobleza). 

 

En las colonias inglesas en Norteamérica, la causa principal de la revolución de independencia de 1776 consistió en la confluencia de dos tipos de desarrollo que se excluían mutuamente: la creciente autonomía económica y política de la sociedad colonial y la política colonial imperialista que se implantó a partir de 1763. La lucha por la autodeterminación respecto a la Corona inglesa fue la decisión de una amplia y próspera clase media nativa para defender el libre desarrollo ulterior de su prosperidad, y para no someterse por más tiempo a los intereses económicos de la metrópoli.7 Fue el primer acto de defensa de las posibilidades de desarrollo de una nueva economía nacional, en la que si bien las diferencias en la distribución y la jerarquía social existían, no eran tan crasas como en Europa y había una amplia clase media que, tanto en las ciudades como en el campo, participaba de un bienestar en aumento.

 

En Francia, la revolución de 1789 hizo posible la implantación de un estado moderno que respondía a los intereses y a las exigencias de la burguesía, y proclamó sin ninguna restricción la libertad de empresa y de beneficios, despejando así el camino hacia el capitalismo. La burguesía revolucionaria logró destruir el viejo orden aliándose con las masas rurales y urbanas a las que hubo que dar satisfacción a través de la democracia, de modo que el instrumento de cambio fue la dictadura jacobina de la pequeña y mediana burguesía apoyada en las masas populares.

 

 Las revoluciones de independencia de las colonias españolas en América Latina entre 1790 y 1824 tuvieron su inspiración directa en la Revolución Francesa, y al igual que en los tres casos revidados, lograron concretar la eliminación de las formas precapitalistas de producción, explotación y dependencia. Como resultado de los movimientos libertarios en la América hispánica se formaron estados nacionales como una expresión de la tendencia ineludible hacia a la formación de estados potencialmente burgueses, no obstante que como “revolución anticolonial” clases y estratos sociales divergentes, e incluso antagónicos, fueron aglutinados en el mismo grupo de “oposición colonial”.

 

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