Derechos básicos de competencias: La Edad de las Revoluciones Burguesas
Tema 5: Las revoluciones burguesas en Europa y América
Guía
formativa # 6 – PENSAMIENTO REFLEXIVO
LAS REVOLUCIONES BURGUESAS DE LOS
SIGLOS XVII-XIX
AUTOR: Abraham
Aparicio – science direct
La Revolución burguesa es un concepto historiográfico que se desarrolla
entre los siglos XVIII y XIX. Hace referencia a un movimiento social con un importante componente
burgués. Dicho movimiento, a su vez, propone cambios políticos y económicos de
fondo. En otras palabras, una Revolución burguesa es aquella que tiene como
protagonista a la burguesía o grupos de individuos que pueden identificarse como la clase
acomodada de una sociedad. En otras palabras, los burgueses son aquellas
personas que suelen poseer propiedades y cierto capital acumulado. Esto, a
diferencia de la clase obrera o los estratos más bajos. Las revoluciones
burguesas se llevaron a cabo desde finales del siglo XVIII, siendo el ejemplo
más representativo la Revolución francesa de 1789 (se dieron posteriormente otras
revoluciones en Francia a inicios de siglo XIX). Lo mismo sucedió en otros
países europeos y en América con la independencia de las colonias.
Se considera que las revoluciones burguesas finalizaron con la Revolución de 1917, en Rusia, donde ganó protagonismo la clase
obrera. Conviene aclarar, antes de terminar, que antes del siglo XVIII se
dieron otros movimientos que pueden considerarse como revoluciones burguesas
precoces, como la Guerra de los ochenta años (1568-1648). Esta determinó la
independencia de los Países Bajos respecto a la corona española. Otro ejemplo
es la revolución inglesa de 1646, que se saldó con la pérdida del poder
absoluto por parte del monarca inglés, en 1668. Así, se marcó el inicio de la
democracia parlamentaria británica que conocemos.
Características de la revolución burguesa
Entre las características de las revoluciones burguesas, podemos
destacar:
·
Persiguen un cambio en
las instituciones, de manera que se abandone el Antiguo Régimen. Este es un término usado para denominar a
los sistemas de gobierno existentes antes de la Revolución Francesa de 1789, es
decir, principalmente monarquías europeas. Frente a ellas, las revoluciones
burguesas propusieron la limitación del poder del monarca o su salida
definitiva. Es decir, la idea era que el rey no tuviera un poder absoluto.
·
Las revoluciones
burguesas fueron impulsadas por crisis económicas y políticas, en las que la
sociedad sufría abismales diferencias entre el pueblo y la nobleza, pudiendo
terminar en un cambio real del sistema político.
·
Algunas revoluciones
burguesas proponen el sufragio, pero limitado. Por ejemplo, solo el voto
masculino y no universal, excluyendo a la mujer.
·
Se propone la división de los poderes del Estado, en contraposición al
absolutismo que postula la concentración del poder en el rey.
·
Suelen proponer dos
formas posibles de gobierno: Una república (eliminando la figura del rey) o una monarquía constitucional parlamentaria, donde existe un parlamento con las
atribuciones de gobernar, perdiendo el monarca su poder absoluto.
·
Estos movimientos se
apoyaron en las ideas de la ilustración, corriente intelectual que se basaba
principalmente en la razón. Así, tomaron fuerza ideas que para entonces eran
revolucionarias, como que no deberían existir personas que por mandato divino nazcan
con el derecho de dirigir a una nación, o que todos los seres humanos
deberíamos ser iguales ante la ley.
Las revoluciones burguesas de los siglos xvii a xix, son llamadas así porque fue la burguesía
(clase social económicamente próspera integrada por comerciantes, artesanos y
profesionistas liberales) la que definió el espíritu de dichos procesos
revolucionarios, y son importantes en la historia económica porque con su
triunfo se crearon las nuevas instituciones de la sociedad que resultaron
propicias para el desarrollo del modo de producción capitalista en sustitución
del orden social y modo de producción feudal.
En el caso concreto de Europa, los procesos revolucionarios de carácter
burgués se inician en Inglaterra en 1642, y tuvieron un gran auge entre 18I5 y
1848 con los cuales se consolidó el poder económico y político de la burguesía
en buena parte del continente durante el siglo xix. El espíritu de las revoluciones burguesas se
extendió a las colonias inglesas en Norteamérica, Francia y América Latina,
lugares donde se consolidó un nuevo orden social que resultó propicio para el
ulterior desarrollo del capitalismo.
La revolución inglesa del siglo xvii (1642-1689) significó el triunfo de la propiedad
burguesa sobre la propiedad feudal, de la competencia sobre la estructura
artesanal, del derecho burgués sobre los privilegios medievales, y fue una
herencia ideológica para otros movimientos revolucionarios de tipo burgués
contrarios al moribundo Medievo y el absolutismo.2 Hay que precisar que la burguesía
inglesa era una clase social muy heterogénea, cuya masa fundamental la
integraban comerciantes de medio pelo, la capa superior de los maestros
artesanos, y empresarios de tipo no gremial organizadores de manufacturas e
iniciadores de empresas coloniales. También integraba la burguesía mercaderes
adinerados que se habían enriquecido por la protección del comercio interno
(mercantilismo) y que estaban estrechamente ligados con la Corona en calidad de
rentistas y financistas. Finalmente, una parte de la aristocracia feudal
también estaba ligada con la burguesía en calidad de acreedores y participantes
de las privilegiadas compañías mercantiles. La burguesía y la nueva nobleza
(nobles de categoría inferior y personas que habían comprado algún título de
nobleza) compartían un interés en común: querían convertir todas sus crecientes
posesiones de tierra en propiedad libre de tipo burgués, libre de todas las
trabas feudales. A esta pretensión se oponía el régimen absolutista que imponía
el sistema de control feudal sobre la propiedad de la tierra, y los derechos
feudales (renta feudal) que recibía la Corona sobre sus tierras (que era de lo
que vivía la vieja nobleza).
En las colonias inglesas en Norteamérica, la causa principal de la
revolución de independencia de 1776 consistió en la confluencia de dos tipos de desarrollo que se excluían
mutuamente: la creciente autonomía económica y política de la sociedad colonial
y la política colonial imperialista que se implantó a partir de 1763. La lucha
por la autodeterminación respecto a la Corona inglesa fue la decisión de una
amplia y próspera clase media nativa para defender el libre desarrollo ulterior
de su prosperidad, y para no someterse por más tiempo a los intereses
económicos de la metrópoli.7 Fue el primer acto de defensa de las
posibilidades de desarrollo de una nueva economía nacional, en la que si bien
las diferencias en la distribución y la jerarquía social existían, no eran tan
crasas como en Europa y había una amplia clase media que, tanto en las ciudades
como en el campo, participaba de un bienestar en aumento.
En Francia, la revolución de 1789 hizo posible la implantación de un estado moderno que respondía a los
intereses y a las exigencias de la burguesía, y proclamó sin ninguna
restricción la libertad de empresa y de beneficios, despejando así el camino
hacia el capitalismo. La burguesía revolucionaria logró destruir el viejo orden
aliándose con las masas rurales y urbanas a las que hubo que dar satisfacción a
través de la democracia, de modo que el instrumento de cambio fue la dictadura
jacobina de la pequeña y mediana burguesía apoyada en las masas populares.
Las revoluciones de independencia de las
colonias españolas en América Latina entre 1790 y 1824 tuvieron su
inspiración directa en la Revolución Francesa, y al igual que en los tres casos
revidados, lograron concretar la eliminación de las formas precapitalistas de
producción, explotación y dependencia. Como resultado de los movimientos
libertarios en la América hispánica se formaron estados nacionales como una
expresión de la tendencia ineludible hacia a la formación de estados
potencialmente burgueses, no obstante que como “revolución anticolonial” clases
y estratos sociales divergentes, e incluso antagónicos, fueron aglutinados en
el mismo grupo de “oposición colonial”.