martes, 15 de julio de 2025

PENSAMIENTO ANALÍTICO GUÍA # 7- EL IMPERIALISMO Y RACISMO

 

INSTITUCION EDUCATIVA INEM JORGE ISAACS DE CALI

AÑO LECTIVO 2025

 

Campo de formación: Desarrollo humano y social

Asignatura: Ciencias sociales

Grado:8

Investigador:

Maestro: Sísifo Raskólnikov

Derechos básicos de competencias: La Edad de las Revoluciones

Tema 5: Colonialismo, esclavitud y racismo- Protestantismo y colonias

PENSAMIENTO CRÍTICO

EL IMPERIALISMO COMO BASE DEL RACISMO

ELVIRA MEGÍAS – BLOG LA PLAZA

En el siglo XIX, las potencias económicas de Europa se repartieron el mundo en distintos procesos coloniales. A mediados del siguiente siglo, se llevó a cabo el proceso de descolonización, donde gran parte de las colonias restantes se independizaron de sus respectivas metrópolis; y sobre el papel, no quedaba aparente sistema de dominación colonial. Sin embargo, el presente nos demuestra una realidad completamente distinta: el mundo, aunque de forma más sutil, se sigue moviendo en torno a los intereses de las antiguas potencias coloniales y, con ello, el racismo sigue presente en nuestros días.

 Este racismo es una herramienta ideológica, cuyo propósito es justificar las mencionadas acciones de dominación imperialista. Tiene su origen, como hemos mencionado, en el proceso de colonización mundial: si se considera que un pueblo es inferior, está justificado invadirlo, expoliar todas sus riquezas y cometer todo tipo de atrocidades en su territorio. Durante la expansión colonial de Europa, se racializó a las poblaciones colonizadas, estableciendo una jerarquía racial con este propósito, es decir, justificar ideológicamente y por completo su dominación total.

 Hoy en día, el imperialismo sigue existiendo, aunque en una forma modernizada. Algunos autores lo denominan neocolonialismo, donde el control ha dejado de ser territorial y ha pasado a ser político, económico y diplomático. Las naciones que se establecieron como dominantes durante el periodo de colonización han seguido ejerciendo su control sobre el resto del mundo en todos los ámbitos, aunque de forma más “encubierta” y sin necesitar en todas las ocasiones del control territorial o militar. Precisamente, el imperialismo es un mecanismo del capital para hegemonizar su sistema, y expandirlo globalmente en beneficio de los países desarrollados. Y con éste, viene de la mano otra herramienta: el racismo, para justificar esta dominación. Puesto que el sistema capitalista sigue vigente hoy en día, y por tanto también los mecanismos del capital ya mencionados, el racismo seguirá existiendo hasta que se acabe con su raíz, es decir, el capitalismo que lo mantiene.

 Así pues, existe una clara relación entre racismo e imperialismo. Estos conceptos están presentes en nuestra vida cotidiana, aunque la mayoría de los medios de comunicación, movidos por los intereses de las clases dominantes, no informen sobre ellos. Por mucho que en ocasiones no seamos conscientes, son los causantes de los estereotipos y prejuicios racistas, pero sobre todo de un racismo estructural presente en todas las esferas de la sociedad actual.

 Aunque el colonialismo se base en el control de otras tierras, las consecuencias culturales que tiene son muchas: pérdida de identidad de las poblaciones colonizadas, apropiación cultural, implantación de nuevas conductas y formas occidentales (destacan el idioma, las costumbres o la indumentaria) y la explotación de la tierra y de los habitantes, entre otros. Todo lo nombrado anteriormente puede incluirse y definirse como aculturación, es decir, el proceso de recepción de otra cultura y de adaptación a ella, lo que conlleva pérdida de la cultura propia. El neocolonialismo también produce estos cambios, ya que es otra de las formas que puede tomar el imperialismo. La cultura hegemónica hoy en día es implantada por Europa y Estados Unidos, así como también las multinacionales que proveen de la mayoría de servicios o productos provienen de estas dos zonas, precisamente las que se establecieron como hegemónicas en la colonización del mundo.

 CONTRA LA DOMINACIÓN-Autor: Boaventura De Sousa Santos

La dominación social, política y cultural siempre es el resultado de una distribución desigual del poder en cuyos términos quien no tiene poder o tiene menos poder ver sus expectativas de vida limitadas o destruidas por quien tiene más poder. Esta limitación o destrucción se manifiesta de diferentes maneras: desde la discriminación hasta la exclusión, desde la marginación hasta la liquidación física, psíquica o cultural, desde la demonización hasta la invisibilización. Todas estas formas pueden reducirse a una sola: la opresión. Cuanto más desigual es la distribución del poder, mayor es la opresión. Las sociedades con formas duraderas de poder desigual son sociedades divididas entre opresores y oprimidos. La contradicción entre estas dos categorías no es lógica, sino más bien dialéctica, ya que ambas forman parte de la misma unidad contradictoria.

 Los factores que están en la base de la dominación varían de época a época. En la época moderna, digamos, desde el siglo XVI, los tres factores principales han sido: el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. El primero es originario de la modernidad occidental, mientras que los otros dos existían antes, pero fueron reconfigurados por el capitalismo. La dominación capitalista se basa en la explotación del trabajo asalariado por medio de relaciones entre seres humanos formalmente iguales. La dominación colonial se basa en la relación jerárquica entre grupos humanos por una razón supuestamente natural, ya sea la raza, la casta, la religión o la etnia. La dominación patriarcal implica otro tipo de relación de poder, pero igualmente basada en la inferioridad natural de un sexo o de una orientación sexual.

 Las relaciones entre los tres modos de dominación han variado a lo largo del tiempo y del espacio, pero el hecho de que la dominación moderna se asiente en los tres es una constante. Al contrario de lo que vulgarmente se piensa, la independencia política de las antiguas colonias europeas no significó el fin del colonialismo, significó la sustitución de un tipo de colonialismo (el colonialismo de ocupación territorial efectiva por una potencia extranjera) por otros tipos (colonialismo interno, neocolonialismo, imperialismo, racismo, xenofobia, etc.).

 Vivimos en sociedades capitalistas, colonialistas y patriarcales. Para tener éxito, la resistencia contra la dominación moderna tiene que basarse en luchas simultáneamente anticapitalistas, anticoloniales y antipatriarcales. Todas las luchas tienen que tener como objetivo los tres factores de dominación, y no solo uno, aunque las coyunturas puedan aconsejar que incidan más en un factor que en otro.

 El siglo XX fue de los siglos más violentos de la historia, pero también se caracterizó por muchas conquistas positivas: desde los derechos sociales y económicos de los trabajadores hasta la liberación e independencia de las colonias, desde los movimientos de los derechos colectivos de las poblaciones afrodescendientes en las Américas y de los pueblos indígenas hasta las luchas de las mujeres contra la discriminación sexual. Sin embargo, a pesar de los éxitos, los resultados no son brillantes. En las primeras décadas del siglo XXI atravesamos incluso un período de reflujo generalizado de muchas de las conquistas de esas luchas. El capitalismo concentra la riqueza más que nunca y agrava la desigualdad entre países y dentro de ellos; el racismo, el neocolonialismo y las guerras imperiales asumen formas particularmente excluyentes y violentas; el sexismo, a pesar de todos los éxitos de los movimientos feministas, sigue ejerciendo violencia contra las mujeres con una persistencia inquebrantable.

 

 ESTRATEGIAS PARA APRENDER A PENSAR / DISEÑE GRÁFICO MAPA CONCEPTUAL EL IMPERIALISMO NEOCOLONIAL





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