Derechos básicos de competencias:
Tema 3: Expediciones y
ciencia ilustrada
Guía formativa # 4 La ciencia moderna
PENSAMIENTO ANALÍTICO
LA
CIENCIA MODERNA
AUTOR:
FACULTAD DE PERIODISMO Y COMUNICACIÓN
Una de las formas de
conocimiento más extendidas es la que nos proporciona el sentido común, es
decir, aquel conjunto de saberes que surgen de la vida cotidiana a partir del
contacto y la experimentación con la realidad circundante. Esta forma de
conocimiento se caracteriza por su constante aplicación práctica, es decir, por
el traslado de los saberes obtenidos en la experiencia particular a la solución
de problemas e inquietudes que conforman nuestra vida. Ejemplos de saberes
derivados del sentido común han sido, por ejemplo, el conocimiento del fuego
como fuente de calor y el de la fuerza de los vientos como energía capaz de
movilizar embarcaciones. Sin embargo, uno de los problemas que ofrece el
conocimiento derivado del sentido común es su carácter disperso, asistemático y
fragmentado.
También la humanidad ha
desarrollado, a lo largo de su historia, una segunda forma de conocimiento: el
discurso mítico-religioso. Esta forma de conocimiento les atribuye
a entidades suprahumanas (diferentes formas de divinidad a lo largo de la
historia) la producción del conjunto de fenómenos físicos que constituyen la
realidad natural como asimismo una constante intervención en la vida cotidiana
de los individuos. Ejemplos de saberes míticoreligiosos resultan, por ejemplo,
el relato bíblico de la creación del mundo en siete días por parte de Dios. En
esta explicación mitológica, es la decisión arbitraria y única de la divinidad
la que interviene en la historia y provoca cambios. De parte del individuo, el
único interés reside en procurar interpretar los designios de la voluntad
trascendente y sus características, lo cual deriva en un estudio que se
denomina teología.
Con el advenimiento
principalmente de la modernidad y del pensamiento secular e individualista, las
elites culturales de las sociedades comenzaron a cuestionar el saber
mítico-religioso, a partir de la sospecha de que los enigmas de la realidad
social y natural podían explicarse bajo argumentos más rigurosos, apelando
exclusivamente a la razón. Esta modalidad de conocimiento se denomina ciencia.
Modernidad: etapa de la historia de la humanidad que se inicia en 1789 con la
Revolución Francesa y se prolonga hasta nuestros días.
El surgimiento de la ciencia
moderna. Proceso histórico Un número importante de filósofos e
historiadores acuerda en señalar el siglo XVI como el momento del surgimiento
de la ciencia moderna, a partir de la consolidación del modelo experimental de
Galileo Galilei por sobre el modelo tradicional de conocimiento postulado por
Aristóteles. Este período histórico se conoce como una etapa de profundas
transformaciones sociales a partir de la emergencia de un nuevo grupo social,
la burguesía, que motorizó la ruptura con el pensamiento tradicional, en
sus diversas dimensiones y propició una auténtica revolución en el modo de
concebir al mundo. Particularmente, la burguesía se enfrentó a un esquema
político, social y político conocido como feudalismo. Este se caracterizaba por
la ausencia de un poder central, tal como hoy conocemos en la figura de los
Estados. Tras la caída del Imperio Romano, el poder político se atomizó en
pequeñas unidades de territorio, “los feudos” dominados por los “señores”,
militares que garantizaban la seguridad en esos espacios. La economía se basaba
exclusivamente en la producción rural. Los pobladores de las aldeas explotaban
la tierra y entregaban parte de la producción a los señores, a cambio de su
promesa de protección (pacto de vasallaje). Frente a este estado generalizado
de fragmentación, la única institución que mantuvo injerencia social fue la
Iglesia católica. Su hegemonía se extendía no solo en el plano cultural, sino
también en el político y en el vinculado con la producción del saber. Entre sus
principales atribuciones se encontraba la de establecer la legitimidad de los
reyes, en tanto representantes de la autoridad divina; y la concordancia entre
el conocimiento del mundo y las enseñanzas de la Biblia.
Hacia el siglo XI se
constituye la burguesía, un grupo social conformado por los habitantes de las
ciudades, “los burgos” (de allí el nombre de “burgueses”) cuya actividad
principal se relacionaba con la actividad mercantil y la incipiente producción
de manufacturas, apartándose de la economía esencialmente rural que imperaba en
la época feudal. En su afán de progreso, comercio y emancipación este nuevo
sector social se enfrenta con el poder político y religioso de la Iglesia
católica, postulando la libre elección de las actividades económicas, y de las
autoridades políticas por parte de los ciudadanos, así como también la
autonomía en lo que refiere a la producción del saber. En este último punto se
destacaron la fundación de las universidades como espacios públicos de estudio,
alternativos al monopolio de los conventos.
La mentalidad feudal,
profundamente influenciada por la teología católica, se
caracterizaba por su idea de interpenetración entre la realidad sensible
(aquello que se ve, que se siente, que se puede tocar, en definitiva, que se
puede percibir mediante los sentidos) y la irrealidad, o la realidad no
sensible. Esta mixtura se ponía de manifiesto en la explicación del origen de
los fenómenos naturales (la lluvia, el viento, las tormentas, las mareas, etc.)
a partir de la intervención divina. Por ejemplo, un año con sequía no era
atribuido a la combinación de factores climáticos tales como las altas
temperaturas y la ausencia de humedad, sino a un castigo que Dios propiciaba a
los ser humanos por sus pecados. En este marco, la experiencia primaria de los
seres humanos, que viven de y en la naturaleza, no era tenida en cuenta y se
priorizaba la interpretación basada en la revelación de la voluntad divina.
Aquello que sucede se comprende exclusivamente al interior de un sistema de
ideas donde la causalidad es sobrenatural. Ante un fenómeno natural como la
lluvia, cuyas causas naturales inmediatas eran evidentes y conocidas desde el
sentido común (la evaporación de las aguas ante el calor, que deriva en la
condensación en la altura) se anteponía una explicación que situaba como
protagonista absoluto a Dios. La teología –el pensamiento referido a Dios y sus
atributos– se constituía entonces en la fuente del conocimiento de la realidad
y se transmitía como un saber dogmático.
Por el contrario, hacia los
siglos XI y XII se comienza a postular una nueva visión de la realidad, a cuyas
variaciones y sucesos se les encuentra un nuevo principio de explicación
causal: la causalidad natural. Por causalidad natural se
entiende aquel enunciado o conjunto de enunciados que explica un fenómeno de la
naturaleza a partir de elementos pertenecientes al mismo orden, es decir, a
partir de otros fenómenos naturales, sin apelar a nociones supra naturales,
como la noción de voluntad divina. El camino de la ciencia comenzó a trazarse
desde la experiencia a la conformación de un sistema explicativo basado en la
causalidad natural, que a su tiempo se acumula y sirve como punto de partida
para nuevas investigaciones y estudios. Las vías de conocimiento de la realidad
natural van a encarrilarse en lo que se denominará pensamiento científico,
mientras que el acceso a Dios y al resto de las entidades sobrenaturales se
reservarán para el pensamiento religioso.
El conocimiento coincide una
vez más con el desarrollo de la burguesía, que vive un movimiento de expansión
de la sociedad feudal hacia la periferia, rompiendo el encierro que era
característico de ese tipo de sociedad. Durante la Era Medieval, el
ser humano se había acostumbrado a vivir en ámbitos cerrados y reducidos,
producto del estado generalizado de guerras, inseguridad y hambrunas. Es por
ello que en aquel entonces la experiencia del mundo era muy reducida, y se
denominaba misterio a todo lo que evadía esa micro realidad. Por el contrario,
la burguesía nace precisamente de la ruptura de ese encerramiento. Debido a la
necesidad de comerciar las mercancías producidas, esta nueva clase social
desborda los límites políticos, económicos y culturales impuestos y emprende
viajes a sitios desconocidos y lejanos. Esta expansión geográfica y política
contribuye a formar una imagen del mundo radicalmente diferente. Entre las
muchas novedades que los viajes de los exploradores y mercantes arrojan se
encuentra la constatación de la existencia de una naturaleza absolutamente
diversa, pero que no obstante observa un orden apreciable mediante los
sentidos.
ESTRATEGIAS
PARA APRENDER A PENSAR – DISEÑE MAPA MENTAL DE LA CIENCIA
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